Publicado el 22 de febrero — 2020
A priori no sabría discernir cuándo el sonido de las teclas martillea y doméstica y cuándo emancipa
Mujeres pianistas animando fiestas aristocráticas, mujeres programadoras llevando cohetes a la luna, mujeres secretarias transcribiendo los textos de un intelectual, mujeres estudiantes de secretariado apiñadas en salas de clase, mujeres dactilógrafas dejando acta en los tribunales de justicia, mujeres programadoras como mano de obra para el mercado. Mujeres tecleras y livecoderas, mujeres que tejen redes digitales como quipus o telares, mujeres que siguen tecleando ante la proliferación de las pantallas táctiles y el touch, mujeres que programan y componen y performan. Mujeres rebeldes que se liberan y no dudan, que a martillazos de ceros y unos, de unas con otras, entre líneas de código crípticas y sonoridades sensibles, no dudan en que este sonido de teclas será para emancipar y no para domesticar.
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